¿Cómo evaluar la rentabilidad de tu empresa?

Evaluar la rentabilidad de tu empresa

¿Conoces la rentabilidad de tu empresa? ¿Has escuchado a tu semáforo empresarial? Números e intuición no siempre van de la mano. Hay empresas que no son rentables. Y hay negocios que no lo son. Aunque hay diferencias, la conclusión es la misma: llega un momento en que hay que echar el cierre.

En realidad, si las cosas se han hecho bien, no es un problema enorme. No pretendo minimizar el problema que supone perder el empleo, ni la decepción que sufrimos cuando vemos que un proyecto en el que habíamos invertido nuestras ilusiones y energías acaba. Pero, cuando un proyecto acaba, podemos invertir nuestras energías e ilusiones renovadas en otro.

De hecho, puede ser y debería de verse como una nueva oportunidad. La cuestión es que las cosas no suelen hacerse demasiado bien. Cuando digo que las cosas no suelen hacerse demasiado bien, me refiero a cosas muy concretas.

Revisa la cuenta de resultados y el balance de tu proyecto

Salvo circunstancias excepcionales, los negocios no fallan de un día para otro, sino que van marcando una tendencia. Y esta tendencia la podemos ver en los números de la empresa. La cuenta de resultados y los balances nos dan una información muy valiosa sobre la salud financiera de nuestro negocio.

Me encuentro muy a menudo con personas emprendedoras que me hablan con entusiasmo de sus ideas y sus proyectos. Pero cuando me preguntan por el mío y les digo a qué me dedico, no son pocas las veces que oigo frases como" se me dan fatal los números" o "soy malísima en todo los que tiene que ver con números" o directamente "es que odio los números".

¿Cómo es posible que lleven entonces su negocio? No se puede llevar una empresa, por pequeña que sea, sin atender a los números.  No es necesario estar licenciada en administración de empresas ni tener un MBA, pero si es imprescindible "sacar" las cuentas para saber cómo vamos.

Rentabilidad de tu empresa: números e intuición no siempre van de la mano

Hay que saber que el dinero que hay en la cuenta del negocio, no siempre es un buen indicador y, si no lo cotejamos con los resultados reales, nos puede dar lugar a equivocaciones. El dinero que hay en la cuenta, solo nos habla de un aspecto de la liquidez, pero no nos dice nada sobre cuál será la liquidez en el futuro. Hay que saber que podemos tener liquidez incluso aunque estemos perdiendo dinero. Por eso hablamos de la rentabilidad de tu empresa.

Puede ser el caso de un negocio en el que se trabaja con anticipos de clientes. Por ejemplo, hacemos obras y reformas en domicilios de particulares. Tenemos dinero en la cuenta porque cobramos anticipos al inicio. Pero si no estamos obteniendo un resultado positivo en el trabajo que realizamos. Si no "sacamos las cuentas" para ver que efectivamente el importe facturado final por la obra comprende todos los gastos que se han ocasionado, podemos seguir acumulando pérdidas sin ser conscientes hasta que estas son mayores. Podemos estar tapando con anticipos de los siguientes clientes, las pérdidas de los anteriores, y esto no nos permite ver la situación real, ya que como tenemos dinero en la cuenta….

También podemos equivocarnos por el motivo contrario. Hay veces que el negocio es rentable y, sin embargo, la cuenta del banco nos "canta" otra canción. No es raro encontrarse con personas emprendedoras que, teniendo un negocio que genera beneficio, se ven en la necesidad de acometer una inversión y en lugar de acudir a endeudamiento, invierten toda la liquidez de que disponen, para efectuar la inversión que necesitan. Lo que puede suceder es que se coloquen en una situación de falta de liquidez para afrontar los gastos que son del día a día y que no deberían de financiarse con capital ajeno.  En estos casos, la sensación es que falta dinero y las cosas van mal, sin embargo, la realidad no es esa.

La verdad es que estos dos ejemplos parecen muy sencillos, así explicados y estaría tentada de quitarlos si no fuera porque… ¡Son dos casos absolutamente reales!

Aprender de los errores para crecer

Crecer es la palabra mágica para cualquier persona que está emprendiendo. Una necesidad y una oportunidad. A veces, hasta una obsesión. La viabilidad del emprendimiento pasa por la rentabilidad del negocio y este, irremediablemente, por el incremento de las ventas.

Esto siempre es así en las primeras etapas de los negocios. Esa etapa en la que aún nos llamamos a nosotras mismas emprendedoras, cuando todavía nos cuesta presentarnos al mundo como empresarias. Y, honestamente, yo creo que esto es así siempre y no solo en las primeras etapas. Crecer es la única manera de mantener la viabilidad de las empresas a largo plazo. Si bien, es en los momentos iniciales cuando la necesidad de crecer suele ser mayor. En este sentido, no debemos olvidar que crecer depende de dos variables. Y estas variables son, por un lado, aumentar y por otro retener.

El crecimiento neto es el resultado de nueva clientela, menos aquella que vamos perdiendo por el camino. En muchas ocasiones, nos focalizamos en aumentar, trabajando en incrementar nuestra cartera y el importe de las ventas y no dedicamos el mismo esfuerzo a retener lo realizado. Un modelo de negocio en el que tenemos crecimientos rápidos, seguidos de pérdidas de clientela igualmente rápidas, es claramente insostenible.

Sin embargo, dedicar grandes esfuerzos con el fin de recuperar clientela perdida puede ser también un error del mismo calibre. Y puede hacer a nuestro negocio igualmente insostenible. Es conveniente aprender de estas pérdidas para implementar medidas correctoras. Pero sobre todo, es importante que estas medidas sean coherentes con el resto de decisiones empresariales.

No hay verdades absolutas, cada una de nosotras debe conocer su negocio, su clientela y definir su propia estrategia. Porque ¿tenemos una estrategia, no?

Autora: Marian Eguskiza

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