Los tiempos de crisis suelen ser buenos para testar a las personas, a las organizaciones y a las comunidades, en términos de fibra moral. En la época que estamos viviendo actualmente, se están recuperando, por un lado, argumentos como el de Thomas Hobbes, filósofo político inglés, quien exponía en su obra más conocida, “El Leviatán”, una proposición teórica del contrato social. De manera simplificada, venía a decir que el ser humano tiene como objetivo preservar su vida y su propiedad, y por eso llega a un pacto que finalmente da lugar a la creación de los Estados.
Parte, por lo tanto, de que los seres humanos son egoístas, inteligentes y recurren a la comunidad por mero interés propio. Sin embargo, el ser humano, además de egoísta, ha probado también que es un ser predispuesto a cuidar de sí mismo y de otras personas.
A favor de este segundo argumento, y en el contexto ético en el que nos encontramos, no es necesario recordar los muchísimos cuidados que como animales mamíferos necesitamos especialmente al principio de nuestra vida para sobrevivir. Pero la preocupación por las demás personas no se limita a los vínculos consanguíneos, sino que existe una responsabilidad voluntariamente aceptada de tratar de garantizar el bienestar de otras personas que no tienen por qué ser cercanas a mí.
En un documental sobre neuroética que he tenido ocasión de ver recientemente, se mantiene que la generosidad o el altruismo, llevado incluso al extremo de dar la vida por otra persona, han sido atributos mantenidos y fortalecidos por el proceso de selección natural de nuestra especie.
Un mundo sin compasión, sin preocupación y sin responsabilidad para con las otras personas, no es un mundo habitable para los seres humanos. Hay una parte del mundo incontrolable a nivel individual, pero otra parte está en nuestras manos. Dentro de esta responsabilidad individual y social, por tanto, se enmarca la apuesta por el valor de comunidad que lanza Bilbao Metropoli-30 y que, como resultado de un proceso de reflexión estratégica, fue uno de los valores IPICA seleccionado por su carácter estratégico para el Bilbao Metropolitano.
Así mismo, el propio Plan Estratégico para la Revitalización del Bilbao Metropolitano mencionaba que el proceso de crecimiento económico producido no había sido acompañado de una distribución homogénea de las rentas generadas entre el conjunto de la población. Por el contrario, este proceso había incrementado notablemente la dualización social preexistente. En la actualidad, la crisis económica y financiera ha venido a precipitar aún más dicha tendencia, aumentando los niveles de exclusión social y afectando ya a gran parte de la anteriormente considerada clase media.
A pesar de ello, el desarrollo sostenido del Bilbao Metropolitano y la garantía de que sea un entorno habitable, digno y equitativo para las personas que viven y trabajan en él, pasa necesariamente por garantizar una serie de exigencias de bienestar social y confortabilidad ciudadana sin exclusiones.
En un contexto ético como el presente, en el que una gran parte de las personas de nuestro entorno, las más débiles y vulnerables, están sufriendo condiciones de insatisfacción de las necesidades básicas y exclusión social, se hace imprescindible, por lo tanto, incorporar este elemento de solidaridad y responsabilidad en cualquier estrategia de futuro. Una sociedad más equitativa, humana e integrada constituye tanto una exigencia para alcanzar cotas elevadas de competitividad internacional a largo plazo, como un objetivo de justicia social.
¿En qué medida te parece que este contexto ético está afectando a la posición de las mujeres en cuanto al reparto del trabajo y las responsabilidades? Y al de los recursos y las recompensas?
Autora: Idoia Postigo