Decimos que queremos cooperar, colaborar, pero ¿cómo construimos para llegar a ese objetivo?
En uno de los eventos organizados por Aptes en el que trabajaban para desarrollar Euskaltrust, me surgió esta reflexión. Euskaltrust busca reflexionar sobre la confianza como un activo socialmente impulsado y reconocido, donde promover actitudes, prácticas, técnicas, apoyos, evaluaciones y reconocimientos sobre una cooperación real.
El mensaje que me permitía entender el reto me llegaba con una frase que vinculaba esta idea con lo que en su día fue y supuso Euskalit. De repente, esa conexión me llevó a soñar el futuro en el que la calidad y la cooperación (desde la confianza) se sitúan en el mismo plano. Reconozco que me emocionó la visión. Acto seguido pensé, «ojo, si queremos reproducir un modelo de calidad, sistematizado, estructurado, procedimentado y normativizado, podemos convertir la cooperación en algo que tiene más de artificio que de realidad». A veces opino que eso mismo pasó con la propia calidad: que, a día de hoy, no se sabe al servicio de qué está, al servicio del cliente o del proceso de calidad en sí mismo.
Despejada la duda, y sabiendo que no se pretende estandarizar la cooperación o la confianza, seguimos trabajando sobre los conceptos. Trust, confianza, ¿para qué? ¿Cuáles son los beneficios de colaborar? Para colaborar, para ser más competitivas, para fortalecernos. Hoy día esta idea resulta evidente; es más, parece que decir lo contrario es casi pecado. ¿Quién reconoce que no quiere colaborar? ¿Quién afirma que es competencia y que no desea encontrar un complemento para crecer? El caramelo de la colaboración es un delicioso dulce a degustar, energizarte y valioso como regalo, ¿quién osaría rechazarlo?
Pero, del dicho al hecho… Y las palabras tenemos que habitarlas con los hechos. Para colaborar necesitamos generar confianza y para generar confianza debemos invitar, mirar, escuchar, respetar, recoger, sostener, valorar la realidad del otro. Saberle como un plus de la posibilidad futura que está por nacer. Ahora pienso en cuántas veces nos acercamos “al otro” desde ahí, con esa actitud. ¿Cómo dialogamos con aquellas personas, proyectos con los que podemos sumar? Precisamente es el comportamiento honesto y verdadero, alineado con el verbo, con la acción, el que genera confianza. ¿Hablamos desde ese lugar?
- Invitar
- Mirar
- Escuchar
- Respetar
- Recoger
- Sostener
- Valorar
Si listo los verbos, veo lo que entraña cada uno de ellos. No es poco, la verdad. La colaboración no es un desafió sencillo y fácil de alcanzar desde la enunciación del propósito, es un camino a andar y reconocer en cada paso que se da. ¿Y por nuestra parte, cómo interactuamos? ¿Colaboramos? ¿Nos invitamos a conocernos? ¿Sabemos cuáles son los beneficios de colaborar? ¿Nos miramos cuando nos vemos? ¿Nos escuchamos desde el respeto? ¿Sabemos recoger el valor de la otra? ¿Sostenemos el espacio de inseguridad que esta apertura nos puede suponer? ¿Valoramos real, profunda y honestamente lo que nos puede llegar a complementar?
Ya veis, os descargo un saco de preguntas que deseo nos sirvan para construirnos mejor.
Autora: Maider Gorostidi