Amaia Agirre es el alma de Coaching Factory. Participó en el programa de ANDREkintzailea, primera edición y ahí nos conoció. Desde ese momento, ha formado parte de nuestra red, aportando su experiencia como coach.
¿A qué se dedica tu empresa?
Coaching Factory nace con el sueño de proporcionar herramientas y espacios a personas y equipos para que alcancen su máximo potencial desde su mejor versión. Les ayudamos a aumentar su grado de autoconocimiento y responsabilidad, para mejorar su comunicación tanto interna como externa, al tiempo que les ayudamos en la optimización de su organización, del tiempo, aspectos más operativos.
Creo firmemente en que la clave del éxito está en la calidad de tus relaciones, contigo y con las demás personas.
El punto fuerte de Coaching Factory es la capacidad de trascender el aquí y ahora y entender no sólo a las personas sino a los sistemas en su conjunto, dotando de mayor capacidad de decisión y responsabilidad a nuestros clientes y clientas. Dotamos de visión panorámica frente a una visión túnel y cortoplacista con la que en general solemos actuar las personas.
¿Qué te motivó a dar el paso?
En mi caso comencé los estudios de coaching en el 2011 como una herramienta para dirigir a mi equipo, formado por 24 personas con un perfil multidisciplinar y altamente cualificadas, con una amplia trayectoria en la empresa en la que me encontraba entonces. Rápidamente, puse en práctica el tipo de líder-coach y pude observar la transformación que se produjo en las relaciones y en la calidad del trabajo y la comunicación interna.
Conseguí que una de las áreas de mi equipo tomase conciencia de la importancia de sistematizar sus encuentros para consensuar criterios y mejorar el servicio, y en otro caso, conseguí aumentar la autonomía y dependencia jerárquica para que asumiesen su responsabilidad y actuasen de una manera más proactiva. Cuando hicimos una evaluación 360º, obtuve un resultado de 4,5 sobre 5. Ante mi sorpresa, mi equipo me reconoció que esa puntuación hubiera sido imposible seis meses antes. De esta manera, pude comprobar en mí misma que el coaching funciona y que cuando tomamos conciencia de nuestras debilidades y nos proponemos mejorar las relaciones, esto es posible, consiguiendo, como consecuencia, mejorar el desempeño y rendimiento en el trabajo.
A lo largo de mi carrera profesional, con cerca de 9000 horas dirigiendo personas, he podido ver el sufrimiento que se genera en los entornos de trabajo, en la mayoría de los casos por una mala comunicación y relaciones visiblemente mejorables.
Eso fue lo que me movió. La transformación de las personas y las organizaciones hacia una convivencia más saludable y eficiente. Está comprobado que tan sólo un 1% de mejora en el clima laboral repercute en los beneficios obtenidos en la misma proporción. Cuando una empresa mueve millones, imaginaros lo que supone un pequeño cambio en la mejora de las relaciones.
¿Qué personas te sirvieron de referente?
Realmente no he tenido un referente visible. Sí que recibí impulsos en esa dirección. La primera coach que tuve fue la primera que me insistía sesión tras sesión, que veía un gran potencial en mí y que algo tenía que hacer en el mundo del coaching. Contrariada ante su insistencia, mi respuesta siempre era firme: "no, el coaching es una herramienta poderosa y la emplearé en la organización en la que me encuentre, pero nada más. No me veo". Pero poco a poco fui empoderándome. Y un día lo vi claro. Rompí mi propio techo de cristal. Ya no quería que fuera una empresa la que me marcase objetivos, me asignase proyectos o me reconociese. Yo me marcaría mis propios objetivos, buscaría mis propios proyectos y sería yo misma quien reconociese mis logros.Fue entonces cuando a finales de 2012, el Ayuntamiento de Bilbao, a través de Bilbao Ekintza, lanzó una convocatoria para acoger proyectos de innovación social en Bilbao Eutokia, y entonces lo vi claro.
Convencí a quien fue mi socia en los inicios, de que era nuestra oportunidad y de que lo conseguiríamos. En tan sólo dos semanas tuvimos que desarrollar un plan de viabilidad de nuestra empresa, y lo hicimos.
El mismo día que ponía fin a mi etapa en la universidad, Bilbao Eutokia nos comunicaba que nuestro proyecto había sido aceptado. Buen presagio. El 9 de enero de 2013 para mí es el día del nacimiento de Coaching Factory.
¿Nos cuentas un obstáculo y una oportunidad que hayas superado en este proceso?
Creo que todos los días te encuentras con obstáculos y oportunidades, en la misma proporción. El mayor obstáculo que he tenido que vencer es al miedo más primario, que es el de la supervivencia, el no generar suficientes beneficios para hacer frente al pago de la hipoteca, principalmente. Ese miedo me acompaña desde los inicios y a pesar de ello, he rechazado ofertas de trabajo con buenas condiciones sin tener resuelta la seguridad económica.
Muchas veces me pregunto que por qué. Porque supongo que el emprendizaje engancha. Eres la dueña de tus actos, el capitán de tu navío, y tienes ocasión de conocer historias y personas increíbles que mediante un trabajo por cuenta ajena no me sería posible. A mí me apasionan las historias épicas, y he conocido grandes ladys Godivas y Tomb Raiders, supermujeres en este viaje. He podido vivir el sentir de las organizaciones desde una posición privilegiada desde fuera y he podido contribuir en su mejora, algo que por cuenta ajena no hubiera sido posible.
En los momentos más bajos, donde la incertidumbre está presente en su enésima potencia, es entonces cuando una clienta te dice: “no sabes lo que nuestras conversaciones significan para mí”, o recibes un mensaje de una persona quien fuera clienta y me cuenta cómo le va y termina: “mis éxitos son tuyos también”. Son esos momentos los que me dan fuerzas para seguir, los que me reconfortan y dan sentido a mi trabajo.
Las oportunidades me han venido de las relaciones que he ido creando durante este tiempo, y también de contactos del pasado. En definitiva, las oportunidades surgen de las personas que creen en ti para acompañarlas en su proyecto. Sin duda, ser miembro de una asociación como EmakumeEkin ayuda, porque somos mujeres, porque somos emprendedoras y porque cuidamos las relaciones.
¿De qué te sientes más orgullosa?
Me siento orgullosa de los NO que he tenido que ir diciendo a lo largo de este camino: no a la comodidad, no al confort, no a la seguridad, no a un sueldo a final de mes, no al conformismo, no a la rutina, no a los MIEDOS… Lo que me lleva a decir SÍ a mí misma: sí puedes, sí te lo mereces, sí eres necesaria, sí al aprendizaje continuo, sí a la transformación, sí al cambio, sí a la honestidad, sí a la aventura, sí a rodearte de nuevas personas, sí a confiar, sí a la VIDA…
Y sobre todo me siento orgullosa de las relaciones de toda la vida y de las nuevas que me han demostrado confianza, respeto y apoyo incondicional. A todas ellas, gracias.