Hoy me gustaría reflexionar sobre las razones que nos hace a las mujeres dar el paso a emprender. Es una pregunta recurrente, ¿no? Prueba de ello, mi aportación en este blog en 2015. Creo que el final de la entrevista recoge lo que muchas emprendedoras compartimos. El emprendimiento es un camino de renuncias, pero también la compuerta que se abre a nuevas oportunidades. ¿Por qué emprendemos? ¿Cuáles son las razones que empujan a las personas a emprender?
Sean cuales sean las razones, todas las personas emprendedoras transitan por un camino incierto.
Emprendimiento, camino de incertidumbres
Un camino que se inicia, en la mayoría de las ocasiones, desde la inconsciencia, desde mi particular punto de vista. Por mucho plan de viabilidad y de marketing, estimaciones y predicciones, no sabes lo que no sabes, hasta que comienzas a andar. Seguro que conocéis la historia de las personas supervivientes del accidente de avión en los Andes. Se dice que consiguieron salvarse, porque no sabían que era imposible. Eso es lo que pienso que sucede en el caso de las emprendedoras. Seguimos un pálpito. Sabemos del producto o servicio que ofrecemos. Pero en la mayoría de los casos, desconocemos todos los aspectos relacionados con la gestión de una empresa.Con una mochila llena de sueños e ilusión, arrancamos con la única certeza de saber quiénes somos, con honestidad y con profesionalidad.
En la pirámide de Maslow de las motivaciones, comenzamos invirtiendo la pirámide, y nos apoyamos en su vértice, lo cual nos lleva a una inestabilidad difícil de gestionar. Porque se basa en sueños, aspiraciones y en el legado que queremos dejar como profesional, lejos de la base sólida donde se asienta esa pirámide, y donde se aseguran las necesidades básicas y la supervivencia.
En el caso de la mayoría de emprendedoras que conozco, emprendemos una lucha titánica, con nuestras ilusiones, fuerza y energía, para ir asegurando y procurando la estabilidad de nuestras empresas y de nuestras vidas. Todas las emprendedoras, sin excepción, iniciamos un viaje que se torna épico. Nos transformamos en auténticas protagonistas de nuestras vidas. En ese viaje, he visto a algunas emprender en varias ocasiones, reorientar su actividad, reinventarse, e incluso despedirse, para reiniciar su trayectoria profesional por cuenta ajena.
Todas las opciones requieren de una decisión valiente, tanto para continuar, reinventarse como para abandonar.
Incluso existe otra vía, como la de combinar, como en mi caso particular. Alterno en estos momentos, un trabajo por cuenta ajena, con la actividad de Coaching Factory. Esta situación me ha llevado a abrir nuevas puertas, aliarme con nuevas socias con las que reorientar nuestros servicios, especializándonos en la comunicación.
He podido comprobar, en primera persona, que una vez te reincorporas al mercado laboral en calidad de asalariada, nunca más te sientes así. Nunca más sientes que nadie es tu jefe o jefa. Porque tu mentalidad ha cambiado. Sigues siendo autónoma, quien libremente decides, por un período concreto, ceder tu talento y tu tiempo, por un trabajo remunerado en unas condiciones determinadas. Tu actitud empoderada es aún más proactiva y resolutiva, y tu percepción de lo que sucede en la empresa se eleva, situándote en un nivel de observadora, desde el prisma de alguien que ha vivido intensamente toda la maquinaria de la producción y gestión de una empresa, y ve lo que sucede a su alrededor como si fuera una película.
Hace un tiempo, una persona me habló de la importancia de desemprender. Había vendido su empresa, su start up, y había decidido apostar por un proyecto en el que trabajaría por cuenta ajena. “Tampoco es un viaje fácil, Amaia”. Estoy convencida de ello. No es fácil saber echar el freno, y llegado el caso, bajarse del tren del emprendimiento. Parece que fuese un viaje de ida y vuelta, pero ya nada será igual. No hay billete de vuelta a la estación de origen.
El emprendimiento es un máster de vida. Mejor que el más prestigioso de los máster de negocios MBM (Máster in Business of Management). Emprender es un MGV, Máster de Gestión Vital, que nos cuesta a las mujeres emprendedoras, lágrimas y esfuerzo, con recompensas emocionales, grandes alegrías y satisfacciones. Pero sobre todo, nos llevamos grandes aprendizajes. El aprendizaje, que es el motor de mi vida, sería lo que destacaría sobre todas las razones que me llevaron a emprender. Y ha superado todas mis expectativas, porque no sabes lo que no sabes, hasta que empiezas.
Y en tu caso, ¿cuál fue tu razón? ¿Y por qué recomendarías emprender, o no?
Autora: Amaia Agirre