Aquí sigo, dando vueltas a la fregona y las necesidades de financiación. La pasada semana, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, culpaba directamente al Banco de España por estar en el origen de la crisis en España. No es nuevo oír hablar del regulador como el máximo culpable de la crisis económica. Ya existía la normativa para regular la inversión de crowdfunding a los mercados financieros, pero parece ser que no se les reguló adecuadamente. Este, entre otros factores, ha producido esta crisis de la que insisten en decirnos que estamos saliendo, a pesar de que la mayoría no lo notamos en nuestros bolsillos, ni en nuestra nómina, ni en nuestras condiciones laborales.
Y pensaréis, ¿qué tienen que ver las necesidades de financiación de las personas emprendedoras y los fallos en los mecanismos de regulación de los mercados financieros? Pues sí que tiene que ver. Parece que ahora, se ha despertado en el Gobierno un afán desmedido por regular las alternativas de inversión de crowdfunding que tenemos la ciudadanía.
Para que los proyectos sean financiados, necesitamos personas que inviertan. Sucede que cuando el entorno dificulta las posibilidades de financiación en el mercado tradicional, esto es, en el sector bancario, las personas emprendedoras hemos encontrado otra vía de financiación en las plataformas de inversión de crowdfunding. Estas plataformas permiten que personas y asociaciones con proyectos de muy diversa índole, soliciten dinero a particulares y empresas para poder llevarlos adelante. Ponen en contacto a quienes tienen dinero para invertir con quienes necesitan financiar proyectos.
Ventajas y desventajas de la inversión de crowdfunding
Esta forma de inversión tiene, como todo en esta vida, ventajas y desventajas para las personas que invierten. Entre las ventajas, la principal es que nos permite decidir en qué tipo de proyecto queremos que se invierta nuestro dinero y, por ejemplo, introducir criterios éticos y medioambientales. Realmente hay proyectos para todos los gustos.
Hasta ahora, al canalizarse la inversión a través de los bancos y los fondos de inversión, el criterio casi único para decidir era la rentabilidad. Parece como si solo eso fuese importante. Y no es así. Es fundamental tomar decisiones conscientes sobre qué cosas queremos que pasen y que otras no. Seguro que nos sentimos mejor si invertimos parte de nuestros ahorros en, por ejemplo, la investigación sobre enfermedades raras o el desarrollo de programas que permitan corregir problemas sociales como la desigualdad.
Pues ahora el afán regulador del Gobierno ha llegado a estas plataformas. En el anteproyecto de ley sobre fomento de la financiación, han decidido poner límites a este nuevo sistema:
- Limitar el importe que puede ser financiado en cada proyecto, situándolo en un máximo de 1 millón de euros.
- Limitar a 3000 euros el importe que cada inversionista puede dedicar a un proyecto y 6000 a lo que puede invertirse en una misma plataforma.
Resulta chocante esta preocupación por nuestros ahorros, cuando vemos cuántas personas protestan por la trampa de las preferentes, y estas personas no hablan precisamente de cantidades de 3000 euros.
Esta legislación pretende protegernos de la principal desventaja de esta forma de inversión. Esta desventaja es invertir sin los suficientes conocimientos sobre los productos financieros y, por tanto, caer en el error de considerar que no existe el riesgo de pérdida. Como siempre, el Gobierno (y en este son iguales gobiernos estatales, autonómicos, provinciales y locales) hace gala de un patriarcado insultante con nuestra libertad personal. Estoy de acuerdo en que es importante que tengamos más conocimientos financieros, pero estos conocimientos no deben ser solo sobre coberturas de riesgo, tasas de retorno de la inversión, etc. Creo que también debemos conocer, por ejemplo, en qué se invierte nuestro dinero.
¿Nuestro fondo de ahorro invierte en la industria armamentística? ¿A qué proyectos presta dinero nuestro banco? ¿Son constructoras que construyen autopistas en países en desarrollo y dejan tras de sí verdaderas ciudades miseria llenas de droga y prostitución? ¿Invierte nuestro fondo de inversión en campos de alimentos transgénicos? No parece que quienes nos gobiernan quieran poner límites a este tipo de inversiones.
Y otra pregunta, ¿se limita para protegernos a las inversoras? ¿O para proteger los intereses de los bancos y los fondos de inversión tradicionales? ¿Qué os parece?
Autora: Marian Eguskiza