Entrevistamos a Cristina Echevarria, una de las nuevas profesionales que se han unido a EmakumeEkin y nos presenta su empresa: El aeropuerto de Loiu "La paloma". Cristina Echeverria, Ingeniera Superior Aeronáutica en la especialidad de Navegación y Transporte Aéreo, es la directora del aeropuerto de Loiu. Es la segunda mujer que ocupa este cargo, en los 70 años de historia de esta infraestructura clave en Euskadi.
En el 70 aniversario del aeropuerto de Loiu, hemos querido estar con su máxima responsable. Esta navarra, hija de agricultor, voló a Madrid para estudiar una carrera y una especialidad totalmente ajena a su entorno, en la que tan sólo coincidieron 5 chicas en un aula de 100 chicos. Esa desigualdad parece que no se ha reducido con las nuevas generaciones en las carreras denominadas STEM (acrónimo en inglés de los nombres de cuatro materias o disciplinas académicas: Science, Technology, Engineering y Mathematics, que en nuestro sistema educativo corresponderían a Ciencias Naturales, Tecnología y Matemáticas).
Cristina Echeverria, ha dejado patente su preocupación por este tema, es decir, por la vocación de las niñas y elección posterior de sus estudios universitarios. Enamorada y comprometida con su trabajo, para Cristina, un aeropuerto es un lugar con carisma, porque “es la primera estampa que ve una persona de un lugar que visita, y también la última”.
A quienes hemos tenido que coger un avión, no nos han pasado desapercibidos los cambios visibles e incremento de servicios que se han realizado en “La Paloma”. Volcada en la experiencia del cliente, esta mujer ha liderado profundas transformaciones en la terminal de Loiu. Los resultados han acompañado a su gestión, además, con récord de número de pasajeros.
Su carrera profesional ha estado ligada a los servicios aeroportuarios. Desde 1994, Cristina Echeverria, despliega sus alas y entusiasmo en AENA, aportando su visión. En 2005 fue nombrada Directora del Aeropuerto de Logroño-Agoncillo, y desde 2009, ha dirigido el Aeropuerto de A Coruña. Desde hace 5 años, esta navarra, está a los mandos de las instalaciones de Loiu.
¿Cómo te hace sentir que te hallamos invitado por ser una mujer referente?
Pues me planteo que igual yo no tengo nada tan interesante que decir. Esta mañana he estado reflexionando sobre el tema de si cuotas o cupos sí o no. Y he pensado que la última vez que me llamaron como referente, no como mujer, sino como personaje que ocupa en la actualidad una posición referente, fue en fiestas de Bilbao para sacar una foto de 30 personas que son referentes, que están en puestos que ese medio considere que es relevante en ese momento, y recuerdo, que en ese momento, pensé que igual ellos estaban aplicando el cupo conmigo. Porque cuando vas a reuniones de patronales como Confebask o la Cámara de Comercio, hay tantos hombres en todos los sitios, que te preguntas, aunque una se lo merezca, si no será para aplicar el cupo. Pienso que a veces te llaman para salir en la foto para que al menos, aparezca una mujer, porque la imagen es sangrante. Sigo considerando que somos muy pocas.
¿Cómo definirías una persona referente?
Desde tu perspectiva, porque no puede ser de otra manera, una persona que crees que ha abierto camino, que te interesa, que te motiva, que te inspira.
¿Cómo inspiras tú?
¡Qué preguntas! No tengo ni idea. ¡Ya me gustaría! Al hilo de esta entrevista, otra cosa que he reflexionado esta mañana, porque estas entrevistas te hacen pensar, yo no pienso tanto en mí, ni en la posición de la mujer, ni la conciliación profesional y personal. NO lo pienso por mí por lo que a mí me quede como vida laboral, sino por mis hijas. Tengo dos hijas adolescentes, y veo que no hay muchas más mujeres ingenieras en la universidad que cuando yo estudié hace 40 años. Y no veo la manera de, ya no digo de inspirar al mundo, sino de simplemente inspirar a mis hijas, que no es fácil.
Ya que has nombrado a tus hijas, tenemos un dilema en la asociación. Al hilo de plantear las entrevistas, consideramos que no debemos preguntar por los hijos, sobre la conciliación, porque responderíamos a los estereotipos.
Sí, probablemente a un hombre no le haríamos esa pregunta.
¿Y sería pertinente hacer esta pregunta? ¿Deberíamos preguntarle a ellos cómo hacen para estar con sus hijos?
Absolutamente, porque cuando decimos lo que nosotras no conseguimos, también a veces se nos olvida lo que ellos no disfrutan. Es la otra cara de la moneda. No podemos separar la familia de la vida profesional. Pretender separarlo no conduce a nada más que a la infelicidad. Por supuesto que tiene que estar presente.
Hablando de felicidad e infelicidad, cuando decidiste estudiar ingeniería aeronáutica, ¿en qué pensaste, qué te inspiró? ¿Pensaste en la felicidad?
No, estas decisiones, ¡se toman de tan de pequeña! A mí me gustaban las matemáticas. Mis padres tienen estudios primarios, vivía en un pueblo de 800 habitantes. No tenía ningún referente que me empujase. Decidí conmigo misma que iba a ser ingeniera, y pensando en las diferentes especialidades, pienso que debió ser algo tan simple como, ¿me gustan las lavadoras? Pues no, pues parece que los aviones son más chulos. Debió de ser algo así, algo muy naif. Y me fui a Madrid. Mi madre me ha reconocido años después que pensó que Madrid me iba a comer.
Precisamente para visibilizar a las mujeres tecnólogas, la Universidad de Deusto ha presentado una nueva edición del Premio Ada Byron. También existe el programa INSPIRA STEAM para inspirar a las niñas a que se animen a elegir estudios de ciencia y tecnología.
Precisamente, yo trato -con un éxito dudoso- de hablarles a mis hijas de los avances tecnológicos, avances aplicados en la medicina, intentando no limitarme al mundo de la ingeniería y de la aeronáutica, y no consigo un efecto positivo, o al menos, no inmediato. Y es algo que me resulta curiosísimo. Le he preguntado a mi hija por qué no hay más niñas que vaya por el bachillerato tecnológico y me ha dado respuestas del estilo de “jo, es que eso es para un perfil muy de chico friki. La miro, y la pregunto incrédula, si se está dando cuenta de a quién se lo está diciendo. Precisamente a mí. Tu madre es ingeniera. ¿Soy yo un chico friki? ¿Cómo es posible que teniendo un referente en su casa, sin embargo, el poder de su entorno más inmediato, o de los medios, o los perfiles que salen en los medios, los roles típico tópico de los medios, estén en un plano en su cabeza por delante de lo que están viendo en casa? Me parece curiosísimo.
Desde la libertad, la vocación, hay que tener en cuenta por dónde se mueve el mundo, y todas las cosas interesantes que se van a hacer en el terreno del STEM, y no lo ven, no lo ven inmediatamente. Y una de las razones por lo que no lo ve es porque ni en la escuela, ni en la sociedad, ni en series de televisión tienen referentes.
A mí me ven como madre, no como referente. Intento contarles cosas que pueden resultar amenas. No me voy a llevar las crisis a casa. No soy especialmente ambiciosa. Pero al final quien tiene un talento, grande o pequeño, tiene una responsabilidad grande o pequeña. O sea, que si quieres cambiar algo en el mundo, le digo a mi hija que tienes que cambiarlo desde la posición en la que estés. Tienes que ser consciente que hay posiciones que objetivamente hablando te permiten influir más en el mundo, en tu pequeño mundo. Tu situación determina cómo puedes influir en el mundo. No me parece descabellado que con un punto de ambición razonable, realmente aportes lo más que puedas aportar.
¿Qué intentas aportar en el aeropuerto y en el mundo?
Lo del mundo me parece muy ambicioso. Pero en el aeropuerto, por ejemplo, llevo ya 13 años al frente de uno u otro aeropuerto. Mi orden de prioridades ha cambiado respecto a los inicios. Ahora tengo clarísimo que la prioridad del aeropuerto son los pasajeros. El primer día veía más al cliente interno. Las relaciones con los trabajadores siguen siendo fundamentales pero hoy pongo más peso en las personas que vienen a los aeropuertos con ciertas expectativas. Un aeropuerto tiene cierta magia. Es la primera toma de contacto del lugar y también la última. Estamos en un negocio muy regulado con muchas normas que tienen que encajar como un puzle pero al final lo más importante es dar el mejor servicio e intentar que todas esas piezas estén al servicio de la experiencia del usuario, y no al revés.
¿Cómo relacionas liderar y dirigir con el emprendimiento?
No sé. Yo nunca me he sentido una emprendedora en el sentido más literal de la palabra. Soy una directiva, estoy en gestión de una empresa, que ya está constituida. El capital lo arriesgan otros. Yo tengo esa distinción entre directiva y emprendedora. Para mí una emprendedora tiene mucho más valor. Valor entendido como valentía. ¿Yo qué emprendo? Emprendo proyectos. No lideras abriendo una nueva línea de negocio, pero sí que lideras transformaciones. Aportas tu visión y la proyectas. Hay cosas en el día a día que las hago porque las tengo que hacer, pero hay otras, que lideras y aportas tu visión, por ejemplo, cambiando un edificio que es una joya en sí mismo, y hemos acometido cambios arriesgados pensando que lo hacíamos en beneficio de los usuarios.
¿Qué líderes tienes en mente?
Me vienen a la cabeza profesores, no sé por qué son tan importantes en nuestras vidas. Porque coincide en una época de tu vida en la que te estás formando y eres una esponja. Mi carrera profesional ha transcurrido principalmente en AENA y veo que conviven diferentes tipos de liderazgo, más jerárquicos, más autoritarios y otros con un perfil que intentan alinear las voluntades basándose en la persuasión. Estas palabras como liderazgo o persuasión a un ingeniero les provocan cierto conflicto, porque parece que “persuadir” tiene una connotación negativa. Entiendo que dependerá del fin que se persiga.
En un entorno como éste. ¿Qué te hace volar?
Las cosas que se acaban. Es lo que me pasaba con las matemáticas de pequeña. El gusto que te da que te den un problema y lo resuelves. Sensación de consecución. Cuando haces algo como lo que hemos acometido, en que ya no quieres en el aeropuerto filtros simétricos, y decides que quieres uno grande con piso de madera, porque es lo que tus pasajeros se merecen. Es una obra tan penosa… Hacer obras en casa es duro, pues imagínate en un aeropuerto. Sabes que estás molestando, que se genera polvo, ruido, durante meses y meses, y por fin se acaba. Las cosas que te cuestan un esfuerzo, al final se disfrutan.
¿Qué haces para disfrutarla?
Medir la satisfacción y hacer seguimiento, y comprobar que ha merecido la pena. Hay un efecto resaca, porque siempre hay que mejorar. Hay cosas que tienes que seguir haciendo aunque el gran proyecto se haya acabado.
¿Próximo despegue?
Profesional, ninguno. Tengo claro el equilibrio en el que hay que moverse necesariamente. Mis hijas están muy integradas en el instituto aquí. Sería duro el cambio de aires.
¿Alguna última reflexión que quieras compartir con las mujeres emprendedoras?
Mucho ánimo. Que hay que volar y que hay que soñar. Y ser fuerte y resistente. Cuántas veces inicias algo y compartes una idea inicial, y ves que las caras a tu alrededor muestran un aire de escepticismo y resistencia al cambio. Pero si en algo crees, tú para adelante. Las mujeres podemos tener cierta aversión al cambio porque nos han educado en la prudencia. A veces te equivocas, por supuesto, pero muchas veces merece la pena. Sobre todo hay que ser valiente. Merece la pena arriesgarse.
¿Qué arriesgaste tú?
Le eché mucho valor. Con 18 años irme a Madrid. Ya me lo dice mi madre. De un pueblo de 800 habitantes, sin haber visto mundo, hija de un agricultor… Decisiones profesionales también han sido valientes. Al final es fácil acomodarse. Resistirse al cambio. Debería ser una opción en el balance ese de estabilidad y crecer, creo que a las mujeres no nos deberían reprochar nunca ninguna de las dos cosas: ni el buscar cierta estabilidad ni el tener un punto de ambición y de querer cambiar las cosas. Igual a lo largo de la vida puedes tener parte de cada cosa.
¿Qué no te gustaría que faltase en esta entrevista?
Tal vez con lo que hemos empezado esta entrevista. Animar a las demás. A mí me preocupan mucho las niñas. En algunas cosas veo un retroceso. Ya no se trata de avances lentos. En algunas cosas son retrocesos. No ya hablando en el mundo empresarial. El empoderamiento no está solo en lo profesional. Las relaciones que se tejen. Roles antiguos. Dependencia, posesión, incluso en chavales de 13 años. Donde hay que echar el resto es en la educación, en el colegio, en las casas, porque sigue existiendo un gap ahí. Con lo brillantes que son en el cole, y luego no quieren brillar en todos los ámbitos, en la universidad. Eligen ciertos ámbitos, ciertas carreras, que al saltar a la vida laboral, el gap es aún mayor. Me genera cierta frustración no poder incidir en que vean otro tipo de series, que busquen otros referentes…
Con esta preocupación y reflexión nos despedimos. Sigue aleteando para ofrecer el mejor servicio y experiencia posible en su casa, como llama a “La Paloma”.