¿Estás deseando irte de vacaciones para desconectar? ¿Has preguntado en el hotel si tienes wifi gratis para conectarte al volver de la piscina? ¿Sabes cuáles son los beneficios de parar y disfrutar del momento? ¡Son múltiples!
Seguro que tu cuerpo y tu mente te están pidiendo parar, algunos cuerpos lo hacen a gritos. Tengo una amiga, socia de EmakumeEkin, en la cama con una lesión muscular a causa del estrés y las malas posturas corporales. Otros cuerpos son más discretos y, a no ser que te pares a escucharles, no se oye nada.
Todas las personas necesitamos parar. Ninguna nos hemos caído en la olla de la poción mágica a los 5 años, así que trátate con cariño y aprovecha estos días de vacaciones para cuidarte y para escuchar a tu cuerpo. Date permiso para no hacer nada. Estas vacaciones busca la compañía de gente que te aporte tranquilidad, alegría, buenas sensaciones y huye de las personas que generan emociones negativas. De la misma manera que no te apetece comer cosas de la basura, y llenar el cuerpo de gérmenes, no pierdas el tiempo con gente tóxica que te genera negatividad.
Tenemos estos días para alimentar el espíritu con vivencias nutritivas y gratificantes. Y si algo se tuerce, ya sea una pequeña revuelta familiar o un retraso en el vuelo a Kuala Lumpur, aprovecha para observar qué sientes. Si son ganas de gritar, respira e intenta cambiarlas por tolerancia, gratitud por poder estar con la familia o amistades, y amabilidad con el personal del aeropuerto. Si la respuesta es una sonrisa o una mirada comprensiva, el drama dura menos y el post-drama es menos difícil de remontar.
Las vacaciones sirven para relajarse, para ampliar conocimientos e inpirarse (cultura, costumbres, gastronomía, geografía, lenguas), para conocerse más a una misma (ante nuevas circunstancias, cómo reacciono o me desenvuelvo) o para relacionarse y conocer a nuevas personas
Sentimiento de culpabilidad por parar
Se suele relacionar el viajar y las vacaciones con el placer y la felicidad. Las circunstancias y el clima suelen acompañar para facilitar esas emociones placenteras. Pero no siempre es así, detrás hay mucho trasfondo: decisiones y creencias, aprendizajes, etc. Me voy a limitar a los inicios. Cuando tomas la decisión de tomarte unas vacaciones o alternar las vacaciones con diferentes personas y encadenar un viaje con otro, muchas personas se preguntan: ¿cómo te puedes permitir tantas vacaciones? ¿No sería mejor ahorrar? Los tiempos son inciertos o de mayor quiero ser como tú...
Esto último, ¿qué quiere decir cuando quien te lo dice es una persona ya adulta y madura, digna de admiración? En vez de halago, lo interpretas como una cierta crítica velada. ¿Y el verbo permitir? Creo que muchas veces no se refieren al tema económico, sino que es mucho más profundo. Detrás está la creencia del trabajo duro, el esfuerzo y el sacrificio, y más en el caso de una emprendedora, una carga pesada en esta sociedad judeocristiana, que creció con "la letra con sangre entra". ¡Y estamos hablando de tan solo 22 días laborables!
Por lo tanto, en mi caso, al menos, insegura por naturaleza, he debido hacer uso de mi memoria y recordar tanto mis valores como la visión que me he marcado en la vida. No me ha quedado otra que ser consecuente y valiente. Y es costoso (y eso que no hablo desde el punto de vista ni económico ni material). Me he sentido en la obligación de dar muchas explicaciones en la familia y en mis amistades. Y sobre todo, he tenido que mantener un diálogo interno muy serio conmigo, para recordarme que viajar, expandir horizontes y generar experiencias forma parte de mí yo genuino (mi yo más yo). ¿Y cuál es el tuyo? ¿Cómo surge?
Los valores tienen razones que la razón no entiende. Ahora que comienza el curso voy a poner en práctica lo que año tras año durante las vacaciones aprendo de mí.
- Cuanto más tranquila, relajada y a la vez atenta a mi alrededor estoy, más oportunidades se me generan.
- La suerte me acompaña cuando soy amable con las demás personas y conmigo misma.
- Siempre encuentro soluciones a todo, aunque me encuentre en lugares desconocidos, con personas desconocidas y con el desconocimiento de la lengua.
- Confío, siempre confío, y la intuición no me falla.
- En el emprendizaje, en el que construimos sobre lo desconocido y desconocemos lo que el mañana nos depara, espero que la amabilidad, la confianza y la intuición me acompañen. Acordarme de mis valores y ser consecuente y valiente.
Si a la vuelta traes de recuerdo una cara relajada, será la prueba de que te has dedicado un poco de tiempo y has descubierto los beneficios de parar. ¡Aprovecha y sé feliz!
Autora: Susana Zaballa