Dirigir una empresa como una micropyme (menos de 2 millones de euros de facturación anuales) o la gestión de un negocio es algo relativamente fácil. Requiere unos conocimientos básicos de matemáticas. Saber sumar, restar, multiplicar y dividir y, en ocasiones, trabajar con porcentajes. No es necesaria ninguna licenciatura ni grado en administración de empresas. Indudablemente, tenerla puede ayudar mucho, pero no es de ninguna manera imprescindible.
Competencias básicas para la dirección de una micropyme
Dirigir una empresa requiere también ciertas habilidades y competencias. Ser una persona organizada, saber trabajar en equipo, tener cierta empatía y buen trato con la gente, tener habilidades comerciales y, en muchas ocasiones, saber gestionar equipos humanos. Tampoco necesitamos un grado en psicología, aunque, sin ninguna duda, nos ayudaría.
Tanto los conocimientos enumerados como las habilidades y competencias descritas, las tenemos todas las personas en mayor o menor medida. Son imprescindibles para desarrollar el día a día de la vida, no solo de los negocios. La mayoría de las personas que conozco que gestionan microempresas y/o negocios no han superado un grado en administración de empresas, muchísimas, no tienen siquiera lo que se llama “estudios superiores”. Y, sin embargo, sus negocios son sostenibles. Les proporcionan a ellas y a las personas que tienen empleadas un medio de vida digno. Dan satisfacción a las necesidades de su clientela. Mantienen buenas relaciones, basadas en la ética, con su red de empresas proveedoras. Pagan los impuestos que les corresponden sin evasiones.
No estoy relatando una utopía. Evidentemente, en esas empresas también tienen problemas, pasan momentos de dificultad, a veces tienen que prescindir de parte del equipo o tienen conflictos y querellas con su clientela o red proveedora. Aun así, en términos generales, consiguen hacer viables sus negocios.
¿Qué hay detrás de una micropyme que no es sostenible?
Por eso, cuando me encuentro con negocios que no consiguen la sostenibilidad, me pregunto e investigo para determinar qué es lo que falla. A veces, lo que falla es la gestión. En muchas ocasiones, la persona al mando simplemente no quiere gestionar. Y no suelen ser, precisamente, personas poco formadas. Me he encontrado profesionales con perfil de estudios universitarios en esta situación.
Han llegado a montar una empresa desde la perspectiva del producto. Han desarrollado un producto o servicio, a veces novedoso, otras veces no. Son profesionales que quieren dedicarse a prestar ese servicio o desarrollar ese producto, no les interesa dirigir una empresa y, por tanto, no dedican esfuerzos a la gestión. Se centran en seguir desarrollando productos o servicios, sin canalizarlos hacia el mercado, sin investigar ni trabajar en el resto de necesidades que tiene la empresa. En realidad, estas personas no quieren dirigir un negocio. Quieren dedicarse a la producción, bien desde el área de I+D o desde el área de producción.
¿Se puede reconducir la motivación de las personas?
Este es un problema de difícil solución porque está implicada la motivación personal, y esta difícilmente se soluciona desde fuera de la propia persona. Lo más honesto para con las empresas y personas que nos rodean y con nosotras mismas, sería hacer una reflexión previa antes de definir el modelo de negocio.
Aun siendo relativamente sencillas, las labores de gestión son imprescindibles para la buena marcha de una organización por pequeña que esta sea. Si no quieres gestionar, no lo hagas. Busca quien quiera hacerlo.
Autora: Marian Eguskiza