Septiembre: cómo afrontar el nuevo curso

Oct 6, 2016

Septiembre: cómo afrontar el nuevo curso

Como emprendedora vivo septiembre como un mes "losa". Acabo de llegar de vacaciones, muy descansada, pero sin facturar ni un euro, e inexplicablemente el día 30 se aproxima a toda velocidad cargada con otra acumulación de facturas a pagar. ¿Cómo puedes afrontar el curso? La presión en septiembre es interesante y, no sé vosotras, pero en mi caso, se traduce en un desasosiego continuo e inconsciente que viene conmigo a las visitas comerciales, me acompaña en el trabajo administrativo, a las reuniones familiares, etc. ¡No hay manera de disfrutar ni dentro ni fuera del trabajo! Y, si por lo menos, fuera un desasosiego productivo, ¡pero tampoco!

Autoexigencia y perfección

No son pocos los ejemplos de mujeres emprendedoras que apenas han podido coger dos semanas de vacaciones y, en la mayoría de los casos, se ha tratado de vacaciones de cuerpo presente, porque la mente seguía trabajando. Muchas de ellas confiesan estar trabajando por encima de su capacidad. Cuando hablamos de su objetivo sobre el porcentaje ideal de presión laboral, lo visualizan en el 100%, lo cual quiere decir que están por encima de los límites de su cuerpo y su mente.

Estos excesos pueden soportarse siempre que se trate de algo puntual. Sin embargo, en su caso, comienzan a ser crónicos y, ellas mismas, confiesan el sinfín de repercusiones negativas que este tren de vida les está suponiendo. Problemas de salud como estrés, ansiedad, incapacidad para desconectar, problemas de insomnio, mala calidad de sueño, etc. La presión por encima de las capacidades, lejos de convertirnos en personas más productivas y eficientes, empeora nuestro rendimiento. Comenzamos a cometer errores y, cuanto mayor sea esa presión, peor serán nuestros resultados. Detrás de esa exigencia ilimitada se encuentra el perfeccionismo, niveles de exigencia sobrehumanos, que además de resultar imposibles de alcanzar, son una fuente de frustración continua. Entonces, ¿qué hay entonces detrás de esa lucha incansable por lograr la perfección?

Ellas son conscientes de que es una batalla perdida de antemano. Nadie es perfecto. Sin embargo, siguen luchando con uñas y dientes, sin reparar en los daños colaterales y sacrificios, de todo tipo, para lograr esa utopía. El perfeccionismo las protege de las dudas sobre si están o no a la altura de lo que su empresa necesita y también, es una fuente de valor y de autoestima. Sin embargo, ellas son conscientes de que su exigencia desmedida les cuesta la vida. ¿Cómo puedes afrontar el curso? Los antídotos para hacer frente a este espejismo pueden ser los siguientes:

  • Desvincular tu persona de tu empresa: tú no eres tu empresa y tu valor como ser humano, no depende del éxito o fracaso de tu proyecto, por mucho que haya una grandísima parte de ti en él.
  • Celebrar los éxitos en el momento: no mirar solo lo que queda pendiente hasta hacer cumbre, sino visualizar los campamentos que ya has superado.
  • Asumir el “dolor” de no ser perfecta: aceptar la limitación humana como propia y descubrir la valentía que hay en ello. Buscar un punto dulce para conjugar el afán de superación y la perseverancia con la necesidad de aceptarse, quererse y perdonarse.
  • Convertirte en tu mejor amiga y dejar de ser tu jefa despiadada.

Herramientas para afrontar el curso

Date cuenta si eres adicta "a sentirte mal". Me explico: a veces, tenemos la tendencia a sentirnos mal por sentirnos mal. Es un hecho que en agosto no se factura y que en setiembre las cosas tardan en arrancar. Es así. No es culpa de nadie y sentirte mal no va a ayudarte a facturar más rápido. Un poco de planificación económica con los gastos, por ejemplo, prorrateando a efectos contables, la cuota de autónomas de estos meses entre los meses de más ingresos, ayuda. Contarse las penas entre emprendedoras y echarle un poco de buen humor, también.

La práctica de Mindfulness me ayuda a llevar la atención desde los pensamientos repetitivos, que me llevan a un estado de rumiación improductivo, hasta la tarea que estoy realizando, ya sea respirar o enviar un mail. Este truco ayuda a recuperar la calma por fuerte que sea la tormenta "desasogante" y a concentrarte en lo que estás haciendo. Puedes aplicarlo cuando notes que la presión de las facturas (o de cualquier otra amenaza emprendedora) te lleva a dar respuestas excesivas a pobres inocentes, por ejemplo, un grito a tu pareja porque ha dejado las zapatillas en medio del pasillo. El proceso es el siguiente:

  • Párate y respira, tres respiraciones profundas, llevando el aire hasta el abdomen, para facilitar un efecto tranquilizador. Luego, deja que el cuerpo respire a su ritmo. Percibe las sensaciones que se están produciendo en tu cuerpo. ¿Calor en la cara? ¿Tensión en la mandíbula o en la parte alta de la espalda? ¿Puede ser que esté experimentando rabia?
  • Reflexiona sin juzgarte. Qué historia hay detrás de esta emoción, ya sea rabia, miedo o tristeza. ¿Estoy asustada porque veo acercarse el final de mes y no he logrado vender una escoba? ¿Experimento mala leche porque la clientela me ha obligado a cambiar la propuesta 3 veces?
  • Responde teniendo en cuenta la mejor manera para que la situación se resuelva positivamente. Por ejemplo, hablar con tu pareja sobre las zapatillas, en un momento en el que os encontréis en calma o pedir un aplazamiento de la cuota de autónomas a la Seguridad Social.

Trátate con cariño y cuídate. Muchas veces, la presión nos la ponemos nosotras mismas por autoexigencia excesiva. No podemos impedir que septiembre llegue todos los años, pero sí podemos quitarle la carga emocional, acabar por amistarnos con este mes y saber cómo afrontar el curso.

Autora: Susana Zaballa