Estaba el otro día leyendo el post sobre gestión comercial que en este mismo blog escribe Susana Zaballa. En él nos pregunta, ¿quieres vender más? Y la respuesta que nos da es bastante simple: ¡sal de la oficina! Susana se plantea que si ella tuviera que dar un único consejo comercial, ese consistiría precisamente en animar a las emprendedoras a salir de la oficina. Y yo me pregunto en esta misma línea, si tuviera que dar un solo consejo a las personas que emprenden, ¿cuál sería en el área financiera? Únicamente he necesitado un momento para encontrar la respuesta: si quieres garantizarte tranquilidad financiera, ¡vigila la tesorería de tu empresa!
No hay nada tan estresante en la vida de la empresa como una tesorería descuidada. Nos llaman del banco, si tenemos esa suerte, porque acaba de entrar el recibo de una empresa proveedora y no tenemos saldo para atenderlo. ¡Horror! Y, ahora, ¿qué hacemos? Tenemos varias opciones que van desde malas hasta pésimas.
- El banco atiende el pago: deja nuestra cuenta en los temidos números rojos y paga el recibo de la empresa suministradora. Consecuencia: tendremos que pagar los gastos por el descubierto bancario, 4,5% de comisión sobre el mayor saldo negativo más un tipo de interés, que puede llegar al 19%, por los días que permanezcamos en esta situación. Una financiación carísima, incompatible con una gestión eficiente.
- El banco devuelve el recibo: quizá ni siquiera nos han avisado. Esto es bastante habitual. Las personas que nos abastecen nos llamarán dos o tres días después reclamándonos la devolución. En algunos casos, este es el momento en que nos enteramos de la falta de fondos para atender el pago. Consecuencias: aparte del mal rato que podemos pasar y el corte por la llamada recibida, proyectamos una mala imagen a quienes nos proveen, que pueden incluso dejar de servirnos hasta que regularicemos la situación, hasta la entrada en el RAI si lo que devolvemos es un cheque o pagaré.
RAI es el acrónimo de Registro de Aceptaciones Impagadas. Muchas personas sabréis lo que supone. Desgraciadamente, algunas por propia experiencia.
Los bancos no conceden financiación a las empresas o profesionales del trabajo autónomo que figuran en este registro. Y es evidente que, si no tenemos dinero para atender los pagos, necesitamos financiación. La cuestión es que, a veces, la situación no es tan mala como estamos dejando ver. Estamos dando una imagen que quizá no se corresponde con la realidad de nuestra empresa. Puede ser que, simplemente, hayamos tenido un desfase puntual de tesorería. Un retraso en algunos cobros u otro tipo de imprevisto.
Sin embargo, lo que claramente estamos dejando ver es un descuido en la gestión que no gusta nada a las entidades financieras. Hay otras opciones que puede que os resulten conocidas. Por ejemplo, sacar dinero de nuestra cuenta y meterlo en la de la empresa. O solicitar un anticipo con urgencia a la clientela. Estas son soluciones o pequeños parches, pero no son una forma profesional de gestionar la empresa.
¡Así que, si solo puedo dar un consejo, vigila tu tesorería!
Autora: Marian Eguskiza