En una jornada que impartí hace unas semanas compartimos reflexiones en torno las empresas de las participantes y hablamos, entre otras cosas, sobre la «caducidad» y el ciclo de vida de los negocios. Con intención de provocar sus respuestas, afirmé que todas las empresas tienen un ciclo vital.
El ciclo de vida de una empresa, es el proceso de etapas por el que puede pasar un negocio, desde que inicia su actividad hasta que cesa en la misma. Por esta razón, todas las empresas nacen, crecen y llegado un momento mueren.
Como es fácil suponer, esta afirmación fue seguida de numerosos comentarios. Algunas de las mujeres emprendedoras se mostraban incluso escandalizadas. En parte, esto es así porque, como ellas mismas afirmaban, la empresa es «como un hijo» para ellas. Y básicamente, este es el error. Como emprendedoras podemos, y seguramente lo haremos, crear más de una empresa. Y no hablo de crear una sociedad ni hablo de formas jurídicas. Hablo de poner en marcha ideas de negocio.
En nuestras empresas ponemos mucha ilusión y entusiasmo. Ponemos nuestro trabajo, nuestro conocimiento y nuestra experiencia. Le dedicamos tiempo y esfuerzo sin escatimar… pero no somos nosotras. La idea evolucionará, crecerá o se trasformará o simplemente fracasará, pero no somos nosotras. Se continúa con el ciclo de vida de los negocios, aunque se vean afectados por multitud de variables, no todas susceptibles de ser controladas por nosotras.
Es parte de nuestro trabajo estar atentas a todas esas variables y tomar las decisiones que en cada momento requieran. Entre estas decisiones está el momento de terminar con nuestras empresas o transformarlas para que inicien otro ciclo. Lo cierto es que el cambio en las tendencias del mercado y el gusto del público objetivo es una variable que las mujeres empresarias deben prestar especial atención. Y quizá sea verdad que algo está cambiando.
El fin de una era lo titulan algunos periódicos…¿será cierto?
Autora: Marian Eguskiza
