No sé si es debido a la mala reputación que está adquiriendo el funcionamiento de la banca en los últimos tiempos, por desconfianza o por otros extraños motivos, pero muchas emprendedoras buscamos formas de financiar nuestros proyectos en el emprendimiento en los ámbitos “informales”. Las mujeres de mi entorno, en su mayoría empresarias por necesidad, parece que tendemos a crear empresas pequeñitas o buscamos el autoempleo. De tal manera, que pequeñita la empresa, pequeñitos los gastos, pequeñita la financiación…
Financiación que busco en canales alternativos tales como: financio mi micro-empresa con mi capitalización del paro, financio con dinero de mi entorno (se suele recurrir a familia y amistades), me financio con las ventas…
Las ventajas de financiarme con recursos propios, ya sea capitalizando el paro o utilizando la indemnización por despido, y/o con dinero del entorno, son la inmediatez y la falta de tener que justificar nuestro plan de negocio a nadie que no seamos nosotras mismas o nuestra familia, en general, sin experiencia inversionista. Parece que las ventajas pesan, porque es el método por el que se financian entre 50 y el 75% de los emprendimientos a nivel mundial (según The Economist).
Las desventajas, para nuestro emprendimiento, creo que son las mismas que las ventajas. Esa “facilidad” al obtener el dinero, puede hacernos caer en no trabajar el tiempo suficiente en el estudio de la sostenibilidad del negocio, como sí lo haríamos si tuviéramos que “defender” nuestra idea ante grupos inversores o una entidades bancarias. Sin embargo, tratar de financiar proyectos en el ámbito del emprendimiento durante los primeros años de mi negocio, con las ventas que realice durante ese periodo, supone un peligro importante que, difícilmente, podría compensarse, con la “ventaja” de no tener que enfrentarnos a la “terrible” situación de pedir un préstamo/crédito.
La presión que ponemos sobre nuestras cabezas en el momento en que pagamos las facturas del mes de marzo con las ventas que hayamos realizado en febrero, la vamos a transmitir a nuestra clientela. Y, como ya hemos comentado en otras ocasiones, la compra realizada bajo presión no genera una buena experiencia de compra, que es lo que buscamos cuando establecemos relaciones a largo plazo con nuestra red comercial o nuestra clientela. Por experiencia, el personal de banca aguanta mejor la presión que la clientela.
Ventajas y desventajas aparte, la reflexión que me gustaría hacer es: ¿por qué no acudimos a la banca para financiarnos? La financiación de nuestro proyecto de negocio no va a ser un problema puntual. Necesitaremos dinero para convertir nuestra idea en empresa, para crecer en un nuevo mercado, para lanzar un nuevo producto, etc. Es una necesidad continuada en la vida de una empresa. ¿Vamos a financiarnos durante toda la vida con dinero propio?
Es cierto que, en los comienzos de nuestro negocio, ninguna entidad bancaria va a poner en valor nuestro know-how, ni nuestra ilusión, ni nuestro empeño, como lo haría alguien de nuestra familia, las amistades o nosotras mismas. Sin embargo, una vez que tengamos unas cuentas que mostrar o unos beneficios en los que basar nuestra confianza en el crecimiento del negocio, es hora de acudir a financiación profesional.
Autora: Susana Zaballa